Para la determinación macroscópica de una especie es preciso observar todas y cada una de las partes, así como sus características organolépticas. Vamos a prescindir, en este manual, de los aspectos microscópicos y moleculares, así como de las claves dicotómicas, de mayor complejidad, si bien nos llevarían a una catalogación de las especies con mayor rigor científico.
Dentro del abigarrado y complejo mundo del reino fúngico, constituido por miles de especies, en este apartado nos centraremos en los hongos superiores, insertos en el apartado de los Basidiomicetos, con carpóforo en forma de parasol.
Son aquellas que se pueden apreciar a simple vista en cada una de las partes que conforman el hongo, durante todo su proceso de desarrollo, sin el auxilio de ningún instrumento óptico.
Las dos partes fundamentales del prototipo de seta, que todos nosotros conocemos, son:
Hay que tener presente que no todos los géneros tienen todas y cada una de las partes antes descritas. Así podemos afirmar que el género Tricholoma se caracteriza por no tener anillo, y que la volva es un apéndice típico, y casi exclusivo, del genero Amanita.
A continuación se detallan los aspectos a observar en cada una de las partes anteriormente citadas:
Tendremos en cuenta los siguientes aspectos:
Contemplaremos las siguientes características:
Atendiendo a la facilidad con la que el pie puede ser separado del sombrero hablamos de estructuras:
Es un residuo del velo parcial que tapiza el himenio, en las primeras fases de desarrollo del hongo. Según los tipos de anillos, atenderemos a los siguientes aspectos:
Anillo
Debemos también constatar si el anillo es simple o doble, y si los adornos y colores que posee son variables en su parte superior e inferior.
Volva
Es el componente que recubre la base del pie de algunas especies, como las amanitas, y que
se forma al desgarrarse el velo general durante el desarrollo del hongo. Puede tener forma de
funda, saco o burlete.
Tendremos que considerar varias características como: color, consistencia, forma, ornamentación, adherencia al pie, fugacidad, etc. Así podemos diferenciar, entre otras, los siguientes tipos de volvas: harinosa, escamosa, membranosa, adherente, fugaz, envolvente, sacciforme (forma de saco), circuncisa, anillada, hemisférica, napiforme.
Son aquellas que podemos detectar y examinar mediante los sentidos: color, olor, sabor, consistencia, viscosidad e higroscopicidad.
En algunas especies puede variar durante el proceso de desarrollo, pues adquieren la pigmentación característica en el transcurso de su maduración y al exponerse a la luz solar. Este es el caso del color verde-aceitunado que presenta la cutícula de la especie Amanita phalloides, pues antes de emerger al exterior su sombrero es completamente blanco.
La lluvia y el sol pueden modificar la coloración, como muy bien se puede apreciar a veces en la especie Amanita muscaria. La humedad transforma a las especies higrófanas, oscureciendo su cutícula o volviéndola más viscosa (es el caso de Flammulina velutipes). Al cortar o presionar la carne o el himenio de algunas especies su color puede modificarse, debido a la oxidación que sufre al entrar en contacto con el aire; esta característica es muy peculiar del género Boletus. Unas lo hacen lentamente y otras de forma casi instantánea. Este fenómeno puede producirse en toda la seta o en parte de ella.
El látex del género Lactarius, en algunas especies, modifica su color transcurrido algún tiempo. Es el caso de Lactarius chrysorrheus que en principio es blanco y al cabo de unos segundos se torna amarillo, o Lactarius cistophilus que vira del blanco al violeta.
Es muy importante observar el color del himenio que, una vez maduro, suele adoptar el color de las esporas. Es el caso de los boletos del grupo edulis, que en principio sus poros son blancos y después se van tornando amarillo-verdosos. En los géneros Entoloma y Pluteus sus láminas en principio son blancas para terminar de color asalmonado.
Todos los hongos tienen su aroma. El problema radica en que nos sugiera algún olor ya conocido para determinarlo. Se pueden citar, entre otros, los siguientes: gas (Tricholoma sulphureum), nauseabundo (Phallus impudicus), fenol o tinta (Agaricus xanthoderma), rábano (varias especies del género Hebeloma), anís (Agaricus arvensis, Clitocybe odora), esperma (algunas especies del género Inocybe y Collybia), jabón (Tricholoma saponaceum), almendras (Hygrophorus agatosmus), harina (Calocybe gambosa, Clitopilus prunulus), pan reciente (Macrolepiota procera), ajo (Marasmius alliaceus), etc.
Es una característica que podemos apreciar al masticar un trocito de seta. Esta práctica es aconsejable no realizarla con las especies tóxicas. Algunos de los sabores que se pueden apreciar, son: dulce (Russula cyanoxantha), amargo, picante (Lactarius piperatus), acre (Russula torulosa), afrutado (Cantharellus cibarius), ácido (Fistulina hepatica), etc.
Es el grado de resistencia que la carne ofrece a ser partida. Podemos establecer dos grupos: fibrosa, si se resiste a la fractura (la mayoría de los Agaricales y Boletales); o granulosa, si rompe como la tiza. Es el caso de los géneros Lactarius, Russula y Morchella.
Es el líquido mucilaginoso que recubre el carpóforo de algunas especies y que se pone de manifiesto en proporción directa a la humedad ambiental. Está presente en varias especies de los géneros Hygrophorus y Suillus, entre otros.
Es la propiedad que tienen ciertos cuerpos de absorber y exhalar la humedad, lo que les puede hacer cambiar de color y consistencia. Esta capacidad, muy visible en tiempo húmedo, la poseen algunas especies de los géneros Psathyrella, Cortinarius y Panaeolus.
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