5. Consejos prácticos para el aficionado

Dado que el objetivo principal de esta publicación es servir de orientación a los aficionados y como vehículo de iniciación a los principiantes en la recogida de setas queremos dedicar unas líneas a desarrollar una serie de consejos u orientaciones que juzgamos de interés para poder disfrutar de este maravilloso mundo con seguridad, a la vez que disfrutar y respetar un entorno natural privilegiado en nuestros días.

Cuando un aficionado sale por el monte a buscar setas, aparte de la ropa y calzado adecuados, debería ir provisto como mínimo de: una cesta para la recogida, una navaja para la extracción, una libreta y un lápiz para tomar notas sobre datos interesantes observados en el momento y que más tarde, quizás no recuerde o hayan variado. En cuanto a los no iniciados lo más sensato sería hacerse acompañar de alguna persona más experta y que pudiera servirle de referencia para poder progresar lentamente sin correr riesgos.

Un buen setero será identificado por recorrer el monte sin que se haya notado su presencia en él después de su colecta de setas y por su inconfundible cesta de mimbre o material similar. Hay que desechar las bolsas de plástico como recipientes, porque contribuyen a un deterioro rápido de las setas. Asimismo es muy útil en algunos casos portar un cayado para rebuscar y una pequeña navaja con cepillo.

No es conveniente la recolección de setas en tiempo muy húmedo. Si están encharcadas, algunas de sus características macroscópicas pueden variar dificultándose la identificación y además, pierden una buena parte de sus caracteres organolépticos (sabor, olor, textura, etc.). Tampoco conviene recolectarlas si ha helado ya que, salvo excepciones, sus características se verán alteradas haciéndolas no aptas para el consumo.

No se deben utilizar rastrillos o instrumentos similares para remover la capa superficial del suelo. Esto perjudica seriamente los micelios menos profundos y, por lo tanto, las futuras fructificaciones; así como al resto del ecosistema microbiano que vive en el mantillo. Esta práctica nociva para el mantillo está expresamente prohibida en la normativa regional que regula la colecta de setas en los montes de Castilla y León (DECRETO 130/1999, de 17 de junio, por el que se regulan los aprovechamientos micológicos, en los montes ubicados en la Comunidad de Castilla y León. BOCYL Nº 119, de 23/06/99).

Cesta de morchellas Si el objetivo de la recolección es el estudio de las setas, conviene extraerlas minuciosamente con la navaja en su integridad para poder observarlas con todas sus características (sombrero, pie, anillo, volva, etc.). Tampoco conviene mezclarlas en el mismo recipiente.

Se deben recoger siempre setas desarrolladas y sanas. Si están agusanadas no son aptas para el consumo. Si son muy grandes pueden resultar insípidas o coriáceas. Y si son pequeñas no han esporado aún, y por lo tanto no han cumplido su misión en el monte; y además en los primeros estadíos de desarrollo es mucho más fácil la confusión con especies tóxicas.

No recolectar setas que estén próximas a posibles sitios contaminados (industrias, carreteras, etc.). Éstas incorporan con facilidad algunos metales pesados y sustancias carcinógenas presentes en estas áreas y si se consumen, pasan al organismo humano perjudicando su salud.

Una buena práctica es no consumir todas las setas que se recolectan. Conviene dejar algunos ejemplares para facilitar su identificación en caso de una posible intoxicación.

Se deben respetar las setas que no se conocen; aparte de embellecer el bosque, cumplen una importante labor biológica en el mismo. Las setas agusanadas es mejor dejarlas en el campo ya que, en general, no son aptas para el consumo humano, están liberando gran cantidad de esporas y además nos pueden contagiar su contenido a toda la cesta. Lo mejor es recoger sólo ejemplares a medio desarrollo, ya que las muy abiertas son además bastante insípidas.

A incrementar los conocimientos micológicos contribuyen las publicaciones que, como ésta que tiene en sus manos, muestran fotografías y descripciones de algunas de las setas más frecuentes en su lugar de disfrute. Pero ¡ojo! son sólo una ayuda más; sepa que puede haber setas muy similares que no encontrará en la guía. Desconfíe de la primera impresión que le cause una seta que ha encontrado en un libro, en especial si es un dibujo, ya que muchas veces puede darse el caso de que la especie que nosotros hemos encontrado no aparece en él ya que se trata de una especie poco frecuente o es una traducción de otro manual hecho para micoflora muy distinta. Asimismo existen notables diferencias morfológicas en los ejemplares según la zona, el estado de desarrollo o la humedad de los últimos días, que podrían llevarnos a equivocarnos en la identificación.

Una buena ayuda es el aprendizaje con personas realmente conocedoras de las setas; pero hay que desconfiar de los "expertos" que tan sólo conocen unas cuantas especies.

Con respecto a la realización de las rutas micológicas propuestas debemos tener en cuenta en primer lugar nuestra propia práctica a la hora de caminar por el monte y de orientarnos, y no sobrevalorar nuestra capacidad física. A fin de evitar pasar un mal rato o perdernos. En cualquier caso es muy recomendable antes de ponerse a caminar conocer el terreno e inspeccionar sobre un mapa topográfico con detalle el recorrido. Para ello nos servirán perfectamente los mapas de la serie 1:50.000 del Servicio Cartográfico del Ejército Español (SCEE), o bien la serie 1: 25.000 del Instituto Geográfico Nacional (IGN) que podremos llevar en nuestra mochila, ya que su peso es mínimo, envuelto en plástico para evitar que se moje.

Navaja En tanto nuestros conocimientos se vayan incrementando, sólo debemos recoger las setas que conozcamos perfectamente. A este respecto, hay que recordar, e insistir una vez más, que no hay ninguna fórmula sencilla para poder determinar la comestibilidad o toxicidad de una seta. Muchas han sido, y aún siguen siendo, las creencias populares, más o menos arraigadas, que nos informan de forma incorrecta sobre la comestibilidad de una seta. Algunas de las más conocidas se citan a continuación.

Todas ellas son falsas:

  • Es falso que al cocer las setas con una moneda u objeto de plata, o incluso con unos dientes de ajo, éstos ennegrezcan si las setas son tóxicas. Por ejemplo la cicuta verde (Amanita phalloides) no ennegrece la plata.
  • Es falso que una seta sea tóxica porque cambie de color al cortarla. Algunas cambian de color y son buenas comestibles.
  • Es falso que las setas blancas sean todas comestibles y las azules tóxicas. Amanita verna o Amanita virosa son dos ejemplos de setas muy tóxicas de color blanco, mientras que la pistonuda o pie azul (Lepista nuda) tiene colores azules y es de excelente comestibilidad.
  • Es falso que una seta sea comestible por el hecho de que esté parcialmente comida o mordisqueada por animales, como por ejemplo babosas o corzos. Son seres vivos completamente distintos y con metabolismo muy diferente; por lo tanto, las consecuencias de comerlas no son equiparables.
  • Igualmente, no demuestra nada el hecho de darlas de comer a algún animal doméstico y esperar sus resultados. Hay venenos de efecto muy prolongado, incluso que tardan en manifestarse más de 24 horas.
  • Es falso que una seta sea comestible si su sabor y olor son agradables. Algunas de las setas de mayor toxicidad, como Amanita phalloides, huelen y saben bien.
  • Es falso que sean comestibles todas las setas que crecen sobre madera. Galerina marginata, por ejemplo, crece en tocones y es muy tóxica.
  • Es falso que sólo son tóxicas las setas que tienen anillo y volva.
  • Es falso que una seta pierda la toxicidad si se macera un tiempo en vinagre o salmuera.
  • Es falso que una seta comestible se vuelva tóxica si ha tenido contacto con ciertos animales, como babosas o reptiles, o por crecer en la cercanía de plantas venenosas.

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