La visión social sobre la naturaleza ha cambiado notablemente en las últimas décadas. La gran masa social que representa la población urbana ve cada vez con más fuerza el mundo rural como medio de expansión, en función de la necesidad de contacto con el medio natural, la facilidad en los transportes y la necesidad de cubrir un mayor tiempo de ocio.
La gestión de los ecosistemas forestales requiere un enfoque multidisciplinar que lleve a una gestión ordenada que consiga conjugar las diferentes funciones que desempeña y la demanda como fuente de productos naturales y lugar de esparcimiento.
Las posibilidades de valorización de productos y servicios forestales son numerosas. Además de un enorme potencial de creación de empleo estable y cualificado que puede redundar en asentamiento de población joven en el mundo rural. Esta valorización se encuentra con numerosos obstáculos tales como la escasa rentabilidad a corto plazo; la ordenación del territorio en espacios amplios, y agrupando a un número significativo de propietarios en muchos casos; la fragilidad del medio (incendios, plagas, etc.); las necesidades ecológicas de las zonas más frágiles; escasez de lluvias, incendios forestales, la erosión y pérdida de fertilidad de los suelos; la evolución de los mercados internacionales; los problemas ambientales globales; y fundamentalmente, el abandono del medio rural.
Entre los atractivos que atraen a los habitantes de las grandes ciudades al campo destacan tanto los naturales (paisaje, belleza, especies y zonas protegidas, etc.) como los de expansión intelectual tales como la pintura o la fotografía. También actividades como visitar nuevos lugares, conocer el patrimonio artístico y arquitectónico, realizar actividades piscícolas, cinegéticas; y ahora también micológicas.
El "micoturismo" se ha convertido en un uso recreativo de los bosques. En esta actividad en la que interviene la gastronomía, pero fundamentalmente el atractivo de disfrutar de una buena jornada setera por lugares bien conservados y de atractivo paisajístico, tienen un mayor tirón en las regiones españolas más micófilas.
Entre las actividades que suelen realizar los turistas micológicos están la gastronomía, así como la compra de productos naturales típicos de la comarca, alimentos naturales, etc.; actividades éstas que tienen un efecto positivo, y además duradero y sostenible, en la economía local. En las ciudades con cierta tradición setera existe una apreciable afluencia de turistas a las zonas rurales con montes arbolados en busca del "tesoro micológico". Un "mercadillo de fresco" especializado los sábados y domingos de la campaña setera y con suficiente control técnico-sanitario, permitiría revalorizar un producto de temporada cada vez más apreciado, y que sin embargo apenas se comercializa al público en nuestras comarcas en fresco.
El aprovechamiento sostenible del recurso micológico pasa por:
Así como por realizar aprovechamientos que se complementen; es decir, una recogida planificada de setas en coordinación con las actividades turísticas y de ocio.
A la hora de planificar cosechas para optimizar el esfuerzo de recogida y maximizar la rentabilidad del trabajo deberían tenerse en cuenta una serie de factores que podrían ser básicos para establecer un plan racional de aprovechamiento micológico.
Para una determinada zona (municipio o superior) se debería planificar la recogida de setas y hongos silvestres controlando, al menos, los siguientes parámetros:
Otros factores externos a las setas pero muy importantes para su producción como el manejo del monte y los prados, la presión ganadera, los incendios (tanto los grandes como los pequeños provenientes de quema de hojarasca o espinares), la fracción cabida-cubierta del arbolado, la densidad de pies, etc. Así como cualquier otro que pudiera detectarse durante la explotación supervisada por un equipo técnico, que realizase en el campo y en contacto con el recurso una extracción adecuada para cada especie, zona y temporada.
Cuando se plantea el potencial que presenta una determinada especie se deberían aplicar datos actualizados a un modelo de simulación, del cual podríamos sacar una determinada capacidad de carga que podríamos recolectar de los montes sin perjuicio de la supervivencia del recurso. A la hora de decidir entre poner a trabajar a los recolectores en una especie u otra, es evidente que interesará más realizar el trabajo sobre aquella que dé mayor precio en el mercado, pero además se deberían conjugar otros factores. Entre estos debería priorizarse la recogida de las especies que forman corros, sobre las que no, ya que de esta forma es más rentable (Kg/h) el trabajo. También las especies más ubicuas serán más rentables cuando se trata de emplear el menor tiempo posible en conseguir la mayor cantidad de setas posible. Esto parece importante en un recurso tan efímero como este.
Hay que recordar además que la labor ecológica de muchos hongos es fundamental para las plantas nodriza con la que están en simbiosis, de manera que la condición física de las mismas (los pinos o los robles por ejemplo) depende en gran medida de los nutrientes minerales y el agua que sea capaz de aportar la asociación planta-hongo. El debilitamiento de una de las partes de la simbiosis afecta negativamente a ambas.
Las repoblaciones de montes con pinos que se realizaron hace décadas tenían como único objeto el aprovechamiento maderero. En la actualidad numerosos expertos en materia silvícola llaman la atención acerca de la importancia que tiene la producción de setas en estos hábitats, tanto económica como ecológicamente. Recientes estudios demuestran que la riqueza que generan los hongos de los montes arbolados supera al valor maderero, amén de ser mucho más rápida su amortización (al menos dos veces por año) que la de aquel (turno completo de 80-100 años).
Para ver la rentabilidad de los hongos dentro del aprovechamiento silvícola tomemos el ejemplo de una especie apreciada por la mayoría, y que tiene un buen precio de forma estable, el boleto comestible (Boletus edulis). Fernández Toirán y Martínez Peña (1999) encuentran en el Pinar Grande de Valonsadero (Soria) producciones muy dispares según la temporada y la edad de los pinos. La producción máxima fue de 220 Kg/Ha en 1997. Aramendi (2000) ofrece unas cifras similares para los pinares de Gredos con unos 200 Kg/Ha de níscalos y 25-30 Kg/Ha de boletos, en un año medio.
Martínez de Azagra y Oria de Rueda (1996) cifran la producción de níscalos en unos 300 Kg/Ha en pinares bien conservados que suponen unos ingresos de alrededor de 485 Kg/Ha/año, que sumados a unos 385 Kg/Ha/año en la producción de boletos (Boletus edulis, Boletus pinophilus y Boletus aereus) habrá superado el valor del aprovechamiento maderero del pinar únicamente con la recogida de las principales especies. Pero no olvidemos chantarelas, rúsulas, gamuzas, trompetas de los muertos, capuchinas, higróforos, carboneras, setas de los caballeros, etc.
Estudios recientes sobre masas de pinos en la Carballeda (Díaz Balteiro y otros, 2003) muestran como a largo plazo el valor del aprovechamiento de boletos supera el maderero en una serie de 10 cortas en un turno de 100 años. Si bien durante los estadios muy ancianos del pinar el valor maderero supera al micológico, en el tramo central de vida del mismo el valor de la única especie que se colecta (Boletus pinophilus) supera al valor maderero. En este mismo pinar Morales y otros (2000) encuentran 19 especies comestibles en el otoño de 1999 mediante la metodología de transectos.
Si sumamos a este valor de "recolección" además la riqueza indirecta que puede generar el turismo gastronómico y micológico obtendremos de las "setas" una rentabilidad elevada, que podría ser un enfoque prioritario para el desarrollo local y un auténtico vivero de puestos de trabajo que propiciaran una mayor conservación de la población rural; y no apenas un sobresueldo de temporada como se obtiene en la actualidad en la mayoría de los casos.
Con respecto a la recolección de setas silvestres se sugieren las siguientes propuestas:
Además de la cosecha de setas el recurso micológico que poseen los montes de toda la zona noroeste zamorana presenta un gran potencial en el campo turístico a través de ofertas de turismo de calidad dirigido a colectivos con sensibilidad por la conservación medioambiental y las actividades tradicionales de cada comarca.
Así durante las campañas seteras de otoño y primavera los hongos deberían ser un recurso natural complementario para las actividades de rutas guiadas, tanto por la vía de recogida puntual de setas durante las marchas para después ser consumidas, como por la contemplativa y de fotografía. La especialización y el conocimiento profundo de los montes por parte de los monitores encargados de hacer los recorridos guiados debería ser el camino a seguir en este campo incipiente en nuestro ámbito geográfico.
La especialización de algunos de los establecimientos turísticos creados durante la última década para la atención de algunos colectivos interesados en el disfrute de su tiempo de ocio en el mundo rural (asociaciones vecinales, culturales, micológicas, gastronómicas, de jubilados, parroquias, etc.) o de estudiantes de nivel universitario (escuelas de forestales y montes, facultades de biología y ciencias ambientales, escuelas de agrónomos, etc.). Esto podría diversificar la oferta turística de las comarcas del norte de Zamora hacia actividades cualificadas y en épocas de baja demanda (fines de semana, puentes, final de curso, etc.) en las que flojea el turismo masivo de temporada veraniega.
Asimismo la oferta de mayor nivel "académico" podría completarse si existiera una infraestructura suficiente para poder realizar en dichos establecimientos distintos acontecimientos que periódicamente realizan asociaciones profesionales o científicas (congresos, simposios, jornadas y excursiones temáticas, etc.). Todo bajo el mismo prisma de rutas guiadas por monitores con un cierto nivel micológico.
La oferta micoturística de calidad quedaría bastante coja si no es complementada por una buena red de establecimientos capaces de hacer de los hongos un recurso gastronómico de calidad y un foco de llamada para la oferta diversificada durante los fines de semana de buena parte del año. Sería deseable la creación selectiva de una amplia oferta de platos gastronómicos basados en las setas, tanto de conserva como en fresco, así como una complementación en algunos casos con las actividades de senderismo y las rutas guiadas. Dicha oferta pasa por la cualificación técnica de los responsables de la restauración hasta las campañas de divulgación masiva y apoyo de la actividad, promovidos por instituciones locales y provinciales.
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